Hace 100 años, un ya enfermo y anciano León Tolstoi le dijo a su mujer que marchaba a por tabaco. Sabía que fuera sólo encontraría la muerte, pero se lanzó a por ella, finalizando la última de sus novelas, la de su propia vida. Se subió a un tren sin las comodidades actuales y el frío de noviembre hizo lo demás, no permitiéndole llegar muy lejos. Una vida y muerte casi tan interesantes como sus novelas.
Gracias Tolstoi, por Ana, Andrei, Kitty, Lievin, Natacha, Pierre…
Qué pena no ser rusa, Señor.